viernes, 10 de agosto de 2012

📇 La perfección

Tomás González cumplió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 una actuación digna de una medalla, fue tanto o más emocionante que las dos preseas de oro en Atenas porque representaba un deporte no rentado en Chile y se enfrentó contra gimnastas que lo tuvieron todo en cuanto a preparación. Fue un campeón del pueblo y su búsqueda de la perfección, con una rutina más sencilla que la de su más peligroso oponente, nos obliga a una reflección inevitable al compararle con los profesionales que representan a Universidad Católica.

¿Tenemos las herramientas necesarias para buscar o exigir la perfección?

El esquema que utiliza Lasarte requiere mucha eficiencia, hacerse fuerte en defensa. No apunta a un fútbol vistoso (que no necesariamente es sinónimo de buen fútbol), hay responsabilidades en la marca. Tampoco se trata de un planteamiento absolutamente mecanizado, hay margen para jugadores que no sienten la marca como Peralta (en la función de volante de salida) y Meneses.

Se asemeja al fútbol que desarrollaba Nacional cuando fue campeón en 1988 y a ese equipo Universidad Católica le habría ganado 2-1 en Santiago de no anularse un gol legítimo a Tudor. Como olvidarlo, ese cobró motivó que Alfonso Swett arrojara monedas por la cabeza al árbitro y recibiera una sanción de un año como dirigente.

Tras el desequilibrio en el marcador el equipo debe replegarse para que así existan más espacios en el contragolpe, de visita, aunque sea jugando en Bolivia, Universidad Católica no se regalará si el tramite de juego por momentos es adverso o se requiere una dosificación. ¿Cuáles son las falencias que hasta ahora ha presentado el equipo? Los centrales. Primero el punto fuerte en el centro de la zaga era Álvarez, tras descartarle por lesión Lasarte apunta a que Martínez se convierta en ese pilar. ¿Andía? Un acompañante con un nivel lejano por el momento de la solvencia que el uruguayo pretendía aportarle a Universidad Católica con Lembo.

Los responsables del presupuesto son los directores de la Sociedad Anónima, que discutieron cada peso destinado a las contrataciones como si el destino del universo dependiera de eso, a tal punto que los jugadores pretendidos se impacientaban con tanto tira y afloja. Ya estipulado el presupuesto para refuerzos, el responsable de las contrataciones fue José María Buljubasich. Eso significa que los aciertos y desaciertos en la conformación del plantel sólo pueden adjudicarse a quienes destinaban los recursos y a quién eligió a los jugadores, a Lasarte entonces le corresponde sacarle el máximo rendimiento al equipo con elementos que puede aprobar o rechazar pero no elegir, al menos no siempre. Sin duda le agradó Ramos, pero lo condicionó la limitante de los seis cupos y de esos sólo se ocuparon cuatro (Meneses ya estaba inscrito).

Recién entonces puedes discutir si Andía era el hombre para reemplazar a Marcos González en el Apertura 2011 y la temporada 2012, si Botinelli tuvo una alternativa de nivel, si Universidad Católica posee un elemento en mediocampo como Ramón Fernández o si Roberto Ovelar, continuamente lesionado en este inicio de temporada, se acerca a la cantidad de anotaciones que hasta ahora llevan goleadores de equipos de provincia como Blanco, Rodríguez o Arismendi. Dejando de lado a Henríquez que está en los últimos tramos de su carrera, Universidad Católica no ocupa al paraguayo desde hace meses, a Gazale ni tampoco a Pizarro por bajo rendimiento. Castillo ha estado al margen por su nominación a la selección Sub-20 y se ha valorizado más de gira por Europa.

¿Fue Matías Pérez el reemplazante ideal para Roberto Cereceda? Financieramente sí, no implicó un desembolso mayor. En términos deportivos puede discutirse, el uruguayo ya se ha instalado dentro del grupo, es carismático, pero llega a tres cuartos y se apoya al lado o hacia atrás, de remates al arco muy poco. Y a Federer le exigen clavarla en un ángulo en todos los saques, en todos los Grand Slam, en los Olímpicos, en los Masters y en el Torneo de Maestros, porque esa es la excelencia. Si no tiene el talento de Álex Martínez, campeón de 1987 y jugador superior a Cereceda, entonces Pérez debería ser un avión por esa banda e impasable atrás, hasta que eso no ocurra no es culpa de Lasarte porque ya estaba en el grupo cuando asumió.

Universidad Católica enfrentará dentro de poco a Blooming y es demasiado grande para jugarse su futuro deportivo cada año con desafíos que están a la vuelta de la esquina. Las metas de Cruzados son posicionarse a nivel sudamericano, pero no hay concesiones en la alta competencia. Es un equipazo y once más, luchando como fieras en cada entrenamiento por una camiseta. Los jugadores maduran tarde, pero si a los 16 o 17 no demostraste que serías crack no te ganarás un puesto en la banca a los 18 ni una camiseta antes de los 20. La alta competencia es cruel.

Veo a Tomás González, un joven que nunca se pegó tantos carretes como los tenistas que admiramos, ni ganó el sueldo de un futbolista en los clubes grandes, que estuvo sólo frente a un caballete enfrentando a monstruos de 18, 19, 20, 21 y 22 años, que desperdició un juego olímpico sólo porque no supieron darle lo que necesitaba, que llegará con 30 años a Río de Janeiro 2016 mientras sus rivales estén en plenitud y eso emociona porque el talento no debe desperdiciarse jamás.

Este plantel no logrará la perfección porque Lasarte no tiene un Marco Cornez y Patricio Toledo luchando por el arco, a un René Valenzuela afirmando la zaga, a un Miguel Ángel Neira o a Osvaldo Hurtado, pero podemos luchar. Eso no puede arrebatártelo nadie y si no eres excelente mejoras la concentración, nadie puede permitirse una distracción defensiva.
El que no busca la perfección es un cobarde y recuerden que ese joven que puso en jaque a las grandes potencias en dos finales olímpicas salió de Universidad Católica.

Para terminar, un gran abrazo al capitán Cristián Álvarez.


Columna de Razta, publicado en cducatolica.com el 9 de agosto de 2012.

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