Cristian Berríos
Hay jugadores que instintivamente tienen automatizados sus movimientos y la relación que poseen con su cuerpo es armónica. Vamos a poner el caso más extremo y rebuscado: Pelé.
Revisa las imágenes del astro brasileño y disfruta del juego de un tipo que pareciera bailar con el balón. O Ronaldinho, si quieres observar a otro técnicamente dotado. Amagan, se balancean, encaran, desbordan y caen si se ejerce sobre ellos una fuerza desproporcionada, o simplemente si reciben una patada descalificadora.
Un jugador no puede caerse cuando corre ni mientras lleva el balón en los pies. Y aquí va el ejemplo de Edson Puch. El delantero elige cuando arrancar, frenar y encarar o ceder. No se trata de tomar el balón y chocar constantemente. Claro, si eres Alberto Acosta o Hristo Stoichkov, corre no más. Que se preocupen los rivales. El que te salga al paso tendrá que ser de verdad para moverte.
Es decir ya hablamos de dos aspectos relevantes, el balance y el cambio de ritmo. Se entiende que la técnica de dominio de balón debe estar desde la cuna, o en su reemplazo movimientos adquiridos y una gran velocidad para ejecutarlos, como los de Johan Cruyff, que era un volante revolucionario para su época y despreciaba a los "malabaristas" en el fútbol. Cruyff daba buenos pases a distancia, de cerca, conducía el balón con borde externo, tenía cambio de ritmo y gol, además de un gran temperamento. Y el fútbol en realidad es así, simple.
Falta un aspecto que es primordial: Saber correr la cancha y dosificar. Un velocista no puede correr 5.000 metros con una aceleración constante como lo hace en el primer tramo de una carrera de 100 metros (luego sueltan el cuerpo y llegan con el envión). Y el delantero no puede picar 90 minutos, ni puede correr dentro de la cancha sin sentido alguno del juego.
Dibujas la cancha en un cuaderno o tablet y trazas líneas diagonales o rectas que te permiten cubrir más metros con menos esfuerzo. Estamos hablando de cubrir el mediocampo, el ataque y ejercer una presión alta. Los defensas están cagados porque tienen que correr todos los balones, deben estar preparados para cerrar, para achicar, para tomar una marca que no es la suya (como otro lateral proyectado en ataque) y sin perder la posición, ni la referencia del balón y el atacante.
Hecha está introducción, podemos entender en que fase de consolidación están estos tres jóvenes jugadores, de los cuales se espera un gran futuro, junto a otros delanteros como Alexander Aravena.
Gonzalo Tapia lleva más terreno ganado que sus otros compañeros. Entiende mejor el juego que otros jugadores jóvenes. No es egoísta cuando tiene el balón en los pies y posee facilidad de remate, como demostró ante Universidad de Concepción, en el último partido de la era Holan, en la Supercopa que ganamos 4-2 a Colo Colo y recientemente ante Unión Española.
¿Viste ese carrerón de 40 metros? A eso nos referimos con saber correr la cancha, eso no significa correr menos o más, sino donde recuperar el balón y donde correr con o sin el balón en los pies en ataque. En esa jugada, Tapia notó que tenía espacio y lo aprovechó.
Es un jugador de gran potencia, que al principio le costó armonizar lo que deseaba hacer y aquello que le permitía su físico. De pronto el cuerpo te pide parar y picas. O juegas diez o 15 minutos y quieres hacer lo mismo que en 90, como nos decía Ricardo Lunari en una entrevista. Después de la operación en Barcelona, se le nota más consciente de sus capacidades. De todas maneras, le faltan unas dos o tres temporadas jugando todo el año en Primera División.
A principios de año, un amigo del rugby, Cristián Manzur, nos dijo que Tapia se veía bien para este año. Y es lo que más queremos, que les vaya bien a los jugadores de casa y colaboren para luchar por el gran objetivo que tenemos en esta temporada.
Gonzalo Tapia puede jugar por derecha o ser un segunda punta. Ya está agarrando camiseta y debe seguir así.
Clemente Montes estuvo un tiempo marginado en la temporada pasada. Probablemente, en el interior del club proyectaban una salida de Edson Puch, o algún otro delantero, y lo preparaban a consciencia, aunque también ha sido considerado como un posible centrodelantero.
Reapareció en la recta final del campeonato pasado y se le vio bastante fresco, con ganas y presionando la salida rival por su sector.
Es rápido. Posee habilidad. Está en el proceso de aprendizaje para desempeñarse en un nivel alto durante 90 minutos. Y eso se consigue con la experiencia. Los sueños se acercan en la medida que se trabaja por ellos, Clemente debe proponerse marcar diferencias, anticipar la jugada y sobre todo disfrutar del fútbol.
En el partido por el tetracampeonato en Viña del Mar salió con esa sensación de haber podido hacer más. Y también hay que ser paciente. Que sufra el rival, que el contrario se preocupe cuando él tenga el balón, como le pasó a los uruguayos en Copa Libertadores.
Si tomamos como parámetro el partido contra Nacional, donde mostró su nivel más alto hasta ahora, podemos concluir que tiene el talento de sobra para destacar. Desde entonces ha ganado tonicidad muscular, lo cual es un arma de doble filo. Si te saben llevar, resistes mejor la marca, e incluso eres potente en el arranque. Lo peor que podría ocurrir en esos casos es que pierdas elasticidad y, en vez de ser más ágil, te sientas más pesado. No debería ser la situación de Montes, porque ya lleva tiempo realizando ese trabajo. A su edad, el cuerpo se adapta rápido.
Personalmente, me habría gustado que pasara una temporada más observando a Edson Puch, que es lo más cercano a sus características. Lo cual no significa que Montes fuera suplente. Hay jugadores que en el día a día te hacen mejor cada semana. Ahora le tocará competir con Lucas Melano.
¿Qué necesita Montes? Ratificar lo que mostró con Nacional, seguir esforzándose en la recuperación de balones y arriba tomar las decisiones correctas, elegir cuando habilitar a Zampedri o jugarse la individual. Y por supuesto, debe consolidarse como un jugador de extraordinario juego aéreo.
Si el muchacho puede rechazar metro y medio, a trabajar durante la semana para transformarse en aporte en labores defensivas y ofensivas, como lo hacía Arturo Norambuena.
Bruno Barticciotto sumó algunos minutos contra Unión Española, pero hay que considerar que en Palestino ya realizó parte del rodaje que se requiere para aguantar todo un partido.
Paulucci lo quiere de centrodelantero, como alternativa de Zampedri. Sin duda, también lo veremos algunos minutos como atacante por izquierda o derecha. La primera vez que lo vimos jugar tenía menos de 14 años en un partido contra Santiago Morning. Tiene la facilidad de disparo que nos gusta. Esa personalidad que demostró de sobra en el Fútbol Joven deberá también exhibirla en Primera División y, tal como en el caso de Montes, contar con la paciencia necesaria para no frustrarse en su proceso de crecimiento como jugador adulto.
Sabe perfectamente que la vida de un futbolista lo pone a prueba anímicamente partido a partido. Se irá soltando en la medida que lleguen las oportunidades. Por mientras, que vaya practicando sus centros sobre la marcha y remates sorpresivos, siempre serán bienvenidos.
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