Cristian Berríos
Es
imposible plantearse un escenario más complejo para Nicolás Castillo que aquel
del penal ante Argentina en la final de la Copa Centenario. Había todo un país
expectante a la distancia, un estadio repleto en USA, jugadores de jerarquía
mundial en ambos equipos… Nada de eso pareció importarle y convirtió con
categoría.
Lo
dijo el propio Juan Antonio Pizzi, no es fácil acoplarse a esta selección
chilena para un jugador del medio local. Aunque no ha ocurrido en todos los
partidos de la presente Eliminatoria, los jugadores que hoy poseen continuidad
en Europa marcan diferencias. Para un centrodelantero debería resultar más
dificultoso. Jugar con tres delanteros no significa que el ataque
funcione con dos punteros y un atacante por el centro. Alexis Sánchez y Eduardo
Vargas a menudo buscan la definición saltándose al “nueve”. Nicolás tuvo
conciencia de todo lo anterior y, en lugar de perderse entre los centrales
peruanos, tuvo visión de juego para habilitar a quienes entraban destapados y
apuró permanentemente a la defensa peruana.
En
la medida de que posea continuidad jugando por Chile, el gol llegará. Sería
peligroso para la selección depender eternamente de Sánchez y Vargas. Nicolás
Castillo aprobó como una opción real y debería jugar ante Colombia.
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