domingo, 14 de mayo de 2023

📇 Hay momentos para aparecer y otros para ceder el protagonismo


Cristian Berríos

Ya se ha aclarado en este mismo espacio que las obligaciones de Juan Tagle son aquellas que corresponden a quien preside un directorio y no precisamente al líder de un club deportivo. 

Los clubes deportivos deben tener un rol social y establecer una cercanía con las personas, las sociedades anónimas cuentan con otras prioridades, como las financieras, entendiendo que cualquiera sea el modelo de administración tanto las relaciones humanas como los informes contables son relevantes para evaluar el trabajo que se realiza en una institución. 

Sin embargo, hay criterios o indicadores que corresponden al sentido común, como por ejemplo ¿Cuál es el momento de aparecer? ¿Es necesario que un dirigente aparezca en un entrenamiento dando apoyo al plantel? Por supuesto que no. 

Equivale a que el administrador de un recinto fuera a darle ánimos a Beethoven o Mozart antes de un concierto, a decirle a AC/DC o Eric Clapton que los primeros acordes son los más importantes, a aconsejarle a Aretha Franklin o Amy Winehouse como llegar a las notas agudas o graves ¿Cómo pretendes enseñarle a un artista lo que se vive en el escenario? 

Eso pasa con los futbolistas cuando un dirigente pisa la cancha. Escuchan, miran el pasto con seriedad, preguntándose cuando terminarán los consejos de alguien que no posee idea alguna de lo que habla. De vez en cuando sonríen, porque piensan en una antigua frase de los peloteros "este se pisaría los cordones y se caería de hocico". 

Al final aplauden, porque han terminado de escuchar un festival de estupideces y pueden volver a trabajar. Cada vez que les pregunten si les sirvió la charla dirán que siempre son positivas, pero no porque sean mentirosos. Es una forma de ser educados. 

El dirigente debe mantener los sueldos al día, cuidar que el campo principal y los de entrenamiento estén en óptimas condiciones, velar porque todos los servicios profesionales para el cuidado del plantel sean prestados correcta y oportunamente, llamar al orden si se cometen actos de indisciplina en concordancia con el entrenador, entre otras funciones. 

Cuando un dirigente se pone a opinar de fútbol, que un jugador tiene condiciones, que un rival es poderoso, que hay expectativas en un campeonato, lo único que hace es ignorar lo que se ha hablado en la intimidad de un camarín, discursos que ellos mismos escuchan a la pasada antes de los partidos. 

Un jugador confía más en el utilero que en un dirigente, porque les acompañan todos los días y ven reflejados el resultado de un partido en sus rostros cuando llegan exhaustos al camarín. Por supuesto, que estén presentes en los gritos antes de un partido, abrazados unos con otros, a nadie le va a molestar ¿A quién en su sano juicio le molestaría algo así? Somos seres humanos. De ahí a que pongan a hablar, no pues, en el camarín sólo debe pedir la palabra el entrenador y los jugadores. 

La adversidad sería un buen momento para descomprimir el ambiente y asumir responsabilidades, pero ahí la dirigencia suele desaparecer. Y reaparecen tras los triunfos en clásicos o partidos de campeonato, posando con las copas y pisando el pasto sobre el cual nunca han jugado. Ahí es muy fácil estar presentes. 

Lo ideal es contar con una Comisión de Fútbol verdadera que establezca políticas deportivas, como no trabajar siempre con el mismo representante, referirse a la veteranía de los refuerzos, la convenciencia de invertir en un jugador joven. Entonces el jugador actual, que tampoco es muy respetuoso de los ex jugadores, porque para eso tuvieron su época, y muchas veces les molesta que hablen de la contingencia, aprende a escuchar a un finalista de Copa Libertadores, a un campeón de Copa Interamericana, a un multicampeón con La Franja, porque ellos sí saben de partidos legendarios a nivel nacional e internacional. 

En resumen, la dirigencia debería aparecer para anunciar la creación de esa Comisión de Fútbol verdadera, y luego ceder el protagonismo a otros. Así podrían esconderse en la derrota cuantas veces quisieran, cediendo la palabra a expertos que saben manejar esos momentos, incluso tomando decisiones que resguarden los intereses deportivos de los clubes, y luego podrían sacarse fotos con las copas, como tantos otros hinchas. 


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