miércoles, 16 de marzo de 2016

📇 La promesa incumplida a Juvenal Olmos y muchas otras más



Escrito el 16 de marzo de 2016
Actualizado el 20 de agosto 2022 

A fines de la década del ochenta, Alfonso Swett reunió en el camarín al plantel de Universidad Católica, campeón en forma brillante de la temporada anterior. Los jugadores intuyeron que se avecinaba un anuncio importante. "Chico" Swett, entonces presidente del Club Deportivo Universidad Católica, prometió que pondría una placa con el nombre del primer jugador cruzado que anotara un gol en San Carlos de Apoquindo.

El 25 de septiembre de 1988, Juvenal Olmos desató el esperado festejo en el recinto precordillerano. Fue en el triunfo por 3-0 frente a Fernández Vial, Luis Abarca y Patricio Mardones anotaron también. Correspondía que una placa llevara el nombre de Juvenal en el arco norte, pero quedó como un tema pendiente.


La historia del fútbol hace guiños o da señales a los estudiosos a lo largo del tiempo. En ese mismo arco del sector norte, Juvenal Olmos convirtió el 3-1 parcial ante Saprissa en la revancha de Copa Interamericana. Fue la tercera vez en la vida que anotaba un gol por la franja en un primero de noviembre. Anteriormente lo hizo frente a Fernández Vial en 1984 y Lota Schwager en 1987. 

En ese mismo arco, Arturo Norambuena remeció la red ante Rangers de Talca en un San Carlos lleno y abrió la ruta hacia el octavo título en torneos oficiales. Juvenal Olmos festejó esa tarde su primer título como entrenador en Primera División. Hasta entonces su mejor antecedente era la vuelta olímpica con Unión Española en el Ascenso 1999.

Cuando negociaba su continuidad en Universidad Católica a mediados de 2002, Luis Felipe Gazitúa, que había recibido en su casa al entrenador en compañía de Andrés Tupper, ofertó una cifra cercana a la mitad de su sueldo para que continuara. No llegaron a acuerdo, el presupuesto para la conformación del plantel también sería rebajado.

No fue el único que supo de promesas incumplidas o falta de gratitud por parte de la dirigencia, Andrés Tupper en una conversación con Ricardo Lunari prometió al rosarino que se despediría con la camiseta de la franja. No ocurrió jamás, tampoco accedieron a que dirigiera en el Fútbol Joven. Gerardo Reinoso no fue considerado para entrenar a los chicos. En el mejor momento de su carrera, en tanto ostentaba la condición de goleador de Copa Libertadores 1993, nunca hubo un incentivo para que Juan Carlos Almada descartara mejores ofertas del exterior. 

Si hablamos de casos emblemáticos, recordemos que Ignacio Prieto recién en 2010 fue incluido en la orden de los Cruzados Caballeros. Además, en un asunto mucho más trascendente, Néstor Isella, el mismo que firmaba los contratos en blanco por amor al club, jamás recibió un resarcimiento económico por los años en que la Fundación dejó impagas sus cotizaciones previsionales.

El reconocimiento de ese primer gol en San Carlos de Apoquindo aún espera, al igual que una oportunidad para que los históricos levanten al club desde el lugar donde el desconocimiento futbolístico e intereses particulares lo han situado. Universidad Católica es de su gente y la hinchada no olvida a quienes se entregaron por la camiseta. 


1 comentario:

  1. Bonita columna. Catolica no debiera olvidar a sus proceres,a los que la llevaron ser el club q es hoy. Ojala algun dia llegue un dirigente con huevos y haga algo que por lo menos les de el respeto que se merecen a los que formaron el club desde la cancha.

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