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Luis Felipe Gazitúa |
Cristian Berríos
En la columna
La realidad de Católica presentamos un retrato del panorama actual, también definimos
quienes son los responsables de la situación deportiva y financiera del club.
Hoy entregaremos datos objetivos que respaldan la información proporcionada.
En 2007, cuando
se materializó la venta de Santa Rosa de Las Condes, Luis Felipe Gazitúa y
Felipe Lamarca integraban el directorio de la Fundación CDUC en calidad de “Hombres buenos”, denominación honorífica
para quienes han aportado en forma significativa a la institución, y en
especial para aquellos que representan sus valores. Juntos cubrían un tercio de
los cupos disponibles en el directorio, el resto estaba a disposición de la
Pontificia Universidad Católica y las ramas del CDUC. Con justa razón, sus
puestos fueron impugnados por la orden de los Cruzados caballeros. Luis Felipe Gazitúa
y Felipe Lamarca, demás está decirlo, nunca habían realizado acciones de público
conocimiento o proezas deportivas que justificaran tal privilegio, a juicio de
cualquier observador imparcial eran dos empresarios influyentes.
Para cerrar
el círculo sobre la venta de Santa Rosa de Las Condes, aportemos datos
relevantes: El empresario norteamericano Donald Trump había ofertado 200 UF por
metro cuadrado en terrenos cercanos a Santa Rosa. El 12 de diciembre de 2007,
el ex presidente del club, Alfonso Swett, aportó aquella información a Jorge
O´Ryan en una carta con copia a la Pontificia Universidad Católica, como consta
en un artículo de Andrés González, “La
venta de Santa Rosa sigue provocando réplicas”, publicado en El Mercurio el
19 de diciembre de 2007. ¿Cuál fue el precio de venta de Santa Rosa de Las
Condes? 35 millones USD, es decir 95 UF por metro cuadrado.
En resumen,
Donald Trump había deslizado una oferta anzuelo o “cazabobos” de 200 UF por metro cuadrado, Santa Rosa se vendió en
95 UF y sin duda una licitación habría triplicado tal valor. Sin embargo, no hubo
propuesta pública y el terreno fue vendido directamente a Inmobiliaria
Titanium, propiedad de la Familia Solari y Abraham Senernam. Como señalamos en
La realidad de Católica, Entel adquirió
una de las torres edificadas en el Parque Titanium y Luis Felipe Gazitúa
integraba el directorio tanto de aquella empresa como de la Fundación CDUC.
La salida a
la bolsa de Cruzados SADP fue denominada “la estafa más grande de la Fundación”
por Germán Mayo, ex presidente del CDUC, en una entrevista concedida a José
Bezanilla. María Cecilia Karlezi, hija de María Luisa Solari, adquirió el 10%
de las acciones de la concesionaria por intermedio de Inversiones Santa Filomena
y sentó en un sillón del directorio a Alex Harasic. La Familia Solari, grupo
inversor que había comprado Santa Rosa de Las Condes sin licitación, también
posee la propiedad de Azul Azul a través de Carlos Heller. Sus inversiones
incluyen rubros tanto o más rentables que el fútbol, como la salud. En 2012, tenían el 27% de
la propiedad de la Clínica Las Condes.
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Felipe Lamarca |
Luis Felipe
Gazitúa y Felipe Lamarca, los “Hombres
buenos”, privaron al club de las pruebas masivas de jugadores realizadas en
Santa Rosa de Las Condes, y del gimnasio de básquetbol, cuyo valor forzó largas
temporadas de receso de una rama tetracampeona de DIMAYOR, que además sumó un
quinto título en 2005. Perdimos la piscina cubierta donde una vez entrenó Mark
Allen y quedó atrás un largo historial de festejos, como aquel de 1984, tras
dieciocho años de sequía. Mientras las máquinas aplastaban un pulmón para el
deporte en medio del ajetreo santiaguino, ellos estaban ocupados en sus
negocios.
En 2013,
durante la Copa Providencia, las chicas
del voleibol de Católica enfrentaron a Círculo Militar en el gimnasio Santa
Isabel. Contaban con una pequeña botella de agua mineral para cada una. Los muchachos
del hockey patín pagan por sus uniformes y en la mayoría de las ramas es necesario cancelar un monto para defender la camiseta. En la actualidad, son los deportistas e hinchas quienes honran los colores de Universidad Católica.
Los “Hombres
buenos” se esconden tras sus protegidos José María Buljubasich, Jaime Estévez,
Luis Larraín, Juan Pablo Pareja y Juan Tagle. Sin embargo, el tiempo o la memoria
colectiva sitúa a cada uno en el lugar que corresponde.
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