miércoles, 23 de diciembre de 2015

📇 Sgt. Razta's Braves Hearts Club Band


Cristian Berríos
Fue en diciembre del año pasado cuando tras una derrota frente a un rival microbiano terminaron por romperte el corazón, porque esa camiseta a la que tanto amas cedía la gloria sin la astucia ni determinación que la hizo transformarse en un grande de Sudamérica.
En esa adversidad que a otros terminaría por liquidarles, o alejarles de un estadio hasta el fin de sus días, aferraste tu camiseta de Universidad Católica como si fuera una tabla en medio del océano y soportaste las afrentas con el orgullo que caracteriza una sangre que en las calles, parques y tablones nunca supo de renuncios ni cobardías. El uniforme de combate, gala y cotidianidad, esa piel adicional que llevan quienes consagran su pasión al club de sus amores, no permaneció dormido en los anaqueles o el placard, porque nuevamente creíste en tu equipo con una sed de revancha que nunca tuvieron en las altas esferas de la institución.
Mientras el fuego corre por tu torrente sanguíneo, escuchas a otros hablarte de hielo, pero en realidad la culpa está en el veneno que fluye en el corazón de quienes invernaron un semestre esperando a un caprichoso que – entre inconfesas coqueterías – nunca les dio un sí. Y el llanto eterno de quienes rigen los destinos del club, por las críticas a su abnegada labor, insultos e incomprensiones varias, se desvanece al acumularse un sinfín de errores que a un samurái le habría costado la vida. Con mayor certeza que un radar, sumaron todos los factores necesarios para dejarte al borde de la gloria y descorazonarte sin que pudieras beber un miserable sorbo de una copa que estuvo tan cerca y lejos.
Con una banda de mercaderes del negocio inmobiliario, que sacrificarían elefantes por su marfil si terminaran de arrancarles las entrañas a los bosques chilenos, estrategas inexpertos o maestros de la prosapia que ostentaban triunfos en ligas tránsfugas o en una descompensada división de ascenso en la península ibérica, efectivamente en un punto donde convergieren mil ríos de oro, donde el polvo de tus zapatos fuera del metal preciado, y en el mismo aire flotaran partículas tóxicas para los pulmones e invaluables en el mundo bursátil, marcharías con las manos vacías porque el destino – en un recuento de múltiples consideraciones – nunca fue obsequioso con dictadores o ignorantes y quienes están supeditados a las decisiones de ellos sufren como sólo los miembros de esta banda sabemos.
En medio de esta fiebre donde se reúnen las naciones, esperas, dando gritos o en secreto, que esa camiseta a la que juraste lealtad inquebrantable sume fuerzas en espera de tiempos mejores. La próxima vez que te defrauden será con sudor, sangre y barro en nuestra camiseta, hemos sido partícipes de una gran farsa al alimentarte tus ilusiones, pero debes comprendernos. Protegemos la ilusión y el derecho de cualquier niño a vestirse con esa camiseta que abrazaste en tiempos donde otros se ocultan. Nosotros - quienes nos hemos privamos de beneficios – nunca imaginaríamos una vida sin jugarnos por el triunfo. Sigan robándonos como chupasangres, mientras les escurre un aceite negro desde las pupilas. Nadie dará una lucha más noble ni será necesario acabarnos unos a otros como si fuéramos caníbales.
Por eso, como retribución a su esperanza, entendiendo que Universidad Católica forma una parte importante de su vida, este humilde servidor extiende una invitación para que forme parte de una banda que marchará hasta la muerte, junto a los que ya alientan desde el cielo ¡Enarbolando enseñas que merecen cobijarse en el puño de los hinchas más sufridos! ¡Cobardes taladores de bosques y magnates de las comunicaciones abstenerse!
¡Mutilaron San Carlos de Apoquindo y remataron Santa Rosa de Las Condes! ¡Han saboteado al gigante Club Deportivo Universidad Católica en todas sus ramas! Desean que esta banda de cruzados se desmorone en el camino, pero de alguna forma nos arreglaremos. Sepa usted que divide y aleja a los hinchas que en este espacio se han unido generaciones.
Hay personas que escalan una montaña cada día de sus vidas o la cargan a cuestas por problemas u enfermedades, siempre tendrán un espacio en esta legión interminable. En esta edición N°53 de la Columna de Razta en El Gráfico Chile nos despedimos desde el remoto mar que navegan los incorruptibles. Grande Universidad Católica.


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