Cristián Berríos
Sergio
Fabián Vázquez demostró en Costa Rica que en la adversidad poseía estirpe de
corajudo y copero. Tuvo el empate en el clásico robado por Carlos Robles en 1994
y, acertase o no, dejó como enseñanza que si el cielo se cae a pedazos uno debe
ir al frente y clavarle la bandera al adversario.
Bicampeón en Copa América, invicto largo
tiempo con la albiceleste, y figura ante Australia en el Repechaje, especialmente
en el juego de ida. ¿Se justifica que Basile no te ratificara como titular en
USA 1994?
Ante
todo muchas gracias por darme la oportunidad de volver a encontrarme con la
gente de Católica, uno de los mejores clubes donde jugué y pase lindos años de
mi vida. En el Mundial 94, no es que el Coco no me incluyo entre los
titulares, sino que a dos días del inicio del campeonato Darío Franco en un
picado se me cayó encima de la rodilla, y me produjo una gran distensión de
ligamentos, lo cual no pude recuperar hasta el último partido.
Gorosito y Acosta fueron marginados
del plantel mundialista, ¿Basile desestimó el medio chileno o la presión
mediática tras el revés con Colombia lo forzó a replantearse todo?
Creo
que la decisión del Coco fue por
razones futbolísticas en ese momento ya que contaba con muchas variantes.
Sergio Fabián Vásquez, técnico. ¿Cómo
reviertes el ánimo de un plantel golpeado por la sanción a Maradona?
Es
muy difícil poder revertir el ánimo de todo un plantel en competencia ante un
hecho como el que sucedió, más aún después de ver como lloraba Diego en ese
momento tan especial.
Ya en esa época, Universidad Católica era
el club chileno con mayor prestigio institucional en Argentina ¿Cuánto
meditaste tu salida del medio argentino?
Muy
poco, porque realmente don Alfonso Swett me trajo una propuesta muy tentadora,
y yo tenía ganas de jugar la Copa Libertadores por primera vez.
¿En qué momento descubriste que
Universidad Católica tenía el hambre, fútbol y coraje necesario para encumbrarse
en Libertadores?
Creo
que cuando llegue todavía no estaba el espíritu de un equipo para salir campeón
de la copa, con el correr del tiempo ya entrenando uno empieza a almacenar la
mística de un equipo competitivo y creo que realmente nos dimos cuenta después
de Barcelona.
¿Qué ocurrió en San Carlos ante
Barcelona cuando buscábamos el tercero y la tranquilidad previa al viaje a
Guayaquil?
Ese
día fue algo muy especial, me acuerdo que cuando cobran el tiro libre el árbitro
me informa que pateábamos el foul y
se terminaba el partido, entonces el encargado de ejecutar era Rodrigo Barrera
y le dije que vaya a cabecear, el me miró y no entendía nada. En ese momento
decidí pegarle al arco, gracias a Dios la pelota entró en el ángulo y eso nos
dio la tranquilidad para viajar a Guayaquil.
¿Cómo se elimina al América en un
Pascual Guerrero repleto y como evalúas tu actuación en esa llave?
En
ese partido pasó algo muy distinto a lo que veníamos demostrando. En los
encuentros anteriores, la defensa casi no había tenido fallas, y en los
primeros veinte minutos cometimos varias. El América estaba dos a cero arriba. Mi
actuación dejo que la evalúen ustedes, yo lo único que sé es que en esos
partidos dejé el alma por lograr el objetivo de llegar a la final.
Aunque hubo una entrega formidable de
ambos equipos, ¿Cuánto te sorprendió el despliegue de Lozano y Rincón en el primer
tiempo y la arremetida de Lunari y Lepe en el segundo?
El
despliegue de ambos jugadores no me sorprendió, ya los conocía. Y con respecto
a Lunari y Lepe fue muy buena ya que estaban pasando por un buen momento.
Tuviste diferencias con el
extraordinario goleador Almada, ¿Se superan con la cercanía o un plantel es amplio
para que cada uno siga por su cuenta?
Diferencias
tuvimos pero no graves, en el momento de entrar a la cancha ambos defendíamos a
muerte los colores del club y si cualquiera de los dos hacia un gol uno iba y
abrazaba al otro.
Considerando que los cupos para las
competencias internacionales se luchan a muerte y han desparecido las copas
intercontinentales, ¿Sientes que el logro de la Interamericana 94´ se ha
revalorizado en el tiempo? ¿Cómo recuerdas tu gol en San José de Costa Rica
ante Saprissa y la final en San Carlos de Apoquindo?
El
logro de la copa fue algo que va a quedar siempre en mi memoria ya que fue el
primer campeonato internacional a nivel clubes que ganaba. Del gol puedo decir
con el tiempo que fue muy importante porque nos dio la posibilidad de obtener
el alargue en San Carlos de Apoquindo. Y del partido final, nunca me voy a
olvidar que los últimos diez minutos decidí ir a jugar de número nueve en
contra de las decisiones del técnico. Gracias a Dios, tuve la suerte de bajar
la pelota con el pecho en el tercer gol que nos dio la posibilidad de ir al
alargue, y luego poder levantar la copa con dos golazos del Chamuca, un gran amigo, y de Miguelito Ardiman, uno de los mejores
zagueros junto con el Negro López con los cuales jugué. Si no me hubiese salido
la jugada del tercer gol por ahí recibía un gran reto del técnico.
Para un jugador con tus logros, ¿Cómo
recuerdas la obtención de la Copa Chile 1995 y las Liguillas 1994 y 1995?
El
campeonato del 95 fue un logro muy lindo ya que lamentablemente el año anterior
nos habían robado el campeonato nacional. Con respecto a la liguilla del 94,
fue el consuelo después de la amargura del campeonato. Me dio la posibilidad en
la Copa Libertadores del año 95 de convertir uno de los mejores goles de mi
carrera como futbolista a Rene Higuita, desde la mitad de la cancha. Y en el 95
también fue importante ya que fue mi último gran logro en el club.
Universidad Católica enfrentó en 1994 a
Universidad de Chile con 9 jugadores tras las expulsiones de Parraguez y
Acosta. Anotaste el gol del triunfo en una batalla inolvidable ¿Fue el mejor de
tu carrera en Chile?
En
mi carrera en Chile fue el gol más importante y más trascendental que convertí,
ya que estábamos con nueve hombres y lo único que hacíamos era defender. En el
momento que decidí ir a buscar el cabezazo, solo, estaba con mucha confianza, y
gracias a Dios tuve la suerte de que el que ejecutó el tiro libre fue el Pipo. Cuando la pelota venía en el aire
ya sabía que iba a ganar en lo alto, pero nunca pensé que la pelota iba a
entrar en el ángulo. Ese día, fue el más hermoso que me tocó vivir a mí y a la
gente en un gran clásico, que para mí va a quedar en el recuerdo por siempre.
¿En qué te ha inspirado Raimundo
Tupper?
Cuando
tengo la suerte de hablar del Mumo lo
único que hago es hablar de la gran persona que me tocó conocer. El para mí era
un ejemplo, ya que muy pocos sabían de los logros que él llego a concretar. En
el tiempo, tengo recuerdos muy felices junto al gran jugador y a la gran
persona con la cual me tocó compartir, no solamente un vestuario, sino también
una de las charlas más emocionantes que tuve en mi vida. Siempre dije que el Mumo era un ángel y como tal hoy nos
saluda y nos cuida desde el cielo. En algún momento nos volveremos a encontrar
allá arriba a jugar algún picadito.
¿Cuál sería la defensa ideal en
Católica basándote en los compañeros que tuviste?
Pato Toledo, Moto Romero, Sergio Vázquez, Negro López, Miguel Ardiman y el Mumo Tupper. Ya sé que sobra uno, pero
ninguno de estos puede faltar.
Entre Ignacio Prieto y Manuel
Pellegrini, ¿Quién te identificó más y mantuvo involucrado en su proyecto?
El
que más me identificó con su proyecto fue Ignacio Prieto, ya que él tenía muy
en claro sus conceptos y era una persona a la cual le gustaba que el equipo fuera
siempre al frente.
Si un baluarte pasa por un bajón ¿Cuánta
responsabilidad hay en la condición motivadora de un técnico?
Hay
mucha responsabilidad ya que el técnico tiene que estar al tanto de los problemas
de cada jugador.
La hinchada te quiere y recuerda como Charly Vázquez, apodo de genio para un
líbero de jerarquía, enorme temperamento y goles trascendentales. Nos gustaría
que le enviaras un mensaje al pueblo de la franja que sigue fielmente la Columna
de Razta.
La
verdad quiero agradecer todo el afecto que me brindaron durante cuatro años
hermosos, tanto en los buenos como en los malos momentos. Quiero que sepan que
siempre los tuve muy presente en mi corazón y en mi pensamiento. En algún
momento sé que nos volveremos a encontrar y ese día va a ser muy feliz para mí,
un abrazo grande y mucho cariño para todo el pueblo cruzado.
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