Cristian Berríos
Como todo partidazo, este clásico de la fase regular del Apertura 2006 fue un encuentro abundante en emociones, y no estuvo exento de polémicas. Universidad Católica venía de ser campeón en el Clausura 2005 y era un cuadro de gran carácter, como había demostrado en la final ante Universidad de Chile, donde supo reponerse en la adversidad.
Por otra parte, Colo Colo venía fortalecido debido a la inyección de recursos proporcionada por Sebastián Piñera, un joven que había administrado muy bien el banco de Talca, lo cual permitió que armaran una planilla competitiva después de un par de temporadas irregulares.
Esa Universidad Católica causaba muchísimo daño cuando sus laterales volantes se preocupan más de atacar que de defender. El equipo de Jorge Pellicer causaba estragos en las defensas rivales si Eduardo Rubio y Jorge "Polo" Quinteros eran asistidos constantemente. Al momento de aguantar un resultado emergía la figura del arquero José María Buljubasich, por sobre cualquier otro defensor.
El rival había desperdiciado un penal y se puso 2-0 arriba. Parecía una jornada para el olvido, pese a que contábamos con un hombre más, por una actitud antideportiva de Jorge Valdivia, quien había advertido a una cámara que Rubén Selman iba a expulsarlo. Lo caliente que estaba Claudio Borghi tras el partido con la actitud del jugador se reflejaría en sus escuetas palabras para referirse a su error.
En la desventaja cobró fuerza la figura de Eros Pérez, que era un problema insoluble para el mediocampo y defensa rival. Arriba Eduardo Rubio enganchaba, metía bicicletas y buscaba el ángulo de remate. Fue la gran figura del partido.
La Franja embestía constantemente y Colo Colo sufría en cada una de estas acciones, pero era necesario reflejar esos afanes en el marcador. Y así ocurrió. Rubio convirtió dos goles esa tarde y, sumados a otro tanto de Jorge "Polo" Quinteros, fueron anotaciones que hicieron justicia a lo que se reflejaba en la cancha.
El 3-2 enmudeció a la hinchada local y fue una alegría inmensa para la fanaticada cruzada. En la cancha, el fútbol se había impuesto por sobre los millones de una consecionaria, proporcionando una lección de temperamento y humildad a quienes se daban por vencedores en las tribunas.
Años después, Universidad Católica volvería a remontar un 2-0 en ese mismo recinto, con Lucas Pratto como gran figura, pero esa es otra historia.
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