lunes, 8 de abril de 2013

📇 Los hinchas merecen más




Por Cristián Berríos




Dejemos de lado los simplismos: Cuando se gana no todo es bueno ni se ha perdido la guerra tras una batalla adversa. La derrota contra Unión Española  fue un duro golpe para las pretensiones de quedarnos con el título, pero se requiere un análisis de fondo para una cabal explicación de la situación actual.

Quizás no es culpa de Buljubasich que los dirigentes le restrinjan la plata. Probablemente  ellos alegarían que aprobaron un presupuesto y él invirtió en jugadores que no funcionaron. Aún así saquemos cuentas ¿Cuántos defensores trajo desde que asumió? A  Rodolfo Arruabarrena. El autor de aquel golazo en Calama el 2010, Juan Eluchans, volante externo que Juan Antonio Pizzi puso de lateral, ya entrenaba con Figueroa. En los últimos años se fueron Waldo Ponce, Ismael Fuentes, Marcos González, Adán Vergara, David Henríquez, el mencionado Rodolfo Arruabarrena, Stefano Magnasco y sólo llegó Fernando Cordero, que en ocasiones ha sido improvisado como lateral, pese a que carece de marca y aplicación.

Contamos con Cristián Álvarez como un central improvisado (con Olmos fue marcador por derecha en una línea de tres), un Martínez desgastado por su proceso de renovación, dos zagueros jóvenes que constantemente han sido sobrepasados tanto en velocidad como habilidad, Enzo Andía y Marko Biskupovic, y un jugador con temperamento pero con una lesión crónica en la rodilla, Alfonso Parot. Demasiado poco para un plantel con ambiciones. Los equipos se arman de atrás hacia delante. Ni hablar de los arqueros, la responsabilidad recae exclusivamente en Christopher Toselli.

Vuelta al presupuesto: Si el directorio no aprueba las contrataciones a José María Buljubasich, o él rechaza las exigencias del técnico de turno (como ocurrió con Lembo), lo saben al interior de Cruzados SADP. Tan responsables son los que se quedan callados como los que administran sin grandes ambiciones. Desde el tablón se ve un equipo descompensado, muy peligroso de mediocampo hacia arriba y endeble en la defensa, peor aún si cuenta con lesionados y suspendidos. La tarjeta amarilla de Cristián Álvarez en El Salvador auguraba que el trabajo defensivo sería dificultoso ante Unión Española, aún así el estadio se llenó y la hinchada nuevamente se hizo presente con gran ilusión.

Que no se malentienda, para Martín Lasarte existe el mayor respeto del mundo, salvo cuando quiso agarrase con los hinchas tras una derrota de 6-1 ante el mismo rival. Ahí debió callarse. A la selección de España 82 la levantaron en el aire en el aeropuerto y se aguantaron porque cuando te golean significa que ni siquiera pusiste sangre. Ahí la responsabilidad fue suya, miró en menos la Copa Chile, ni siquiera la mencionaba en las conferencias y ahora se confía a ella como tabla de salvación. Si la ganara recién igualaría lo hecho por Mario Lepe como Dt.

Sin embargo, no es culpa de Lasarte que lo trajeran y le paguen quinientos mil dólares al año, porque el dinero en este caso carece de relevancia. Si trabajara por el sueldo mínimo o por el doble no lo haría más o menos calificado para el cargo. A él lo conocía sólo un integrante del directorio y de nombre. Lo trajeron porque el único requisito de la autoridad máxima entre ellos era que Olmos fuera descartado, también fueron vetados otros nombres porque no cumplían el perfil.

En el directorio no sabían si Lasarte jugaba 4-4-2, 4-3-3, 3-5-2 o si alguna vez puso 5-4-1 en España. Quienes opinan que el sistema no es importante, tienen el 50% de razón, influye para sacarle máximo rendimiento un plantel según las características que posee, pero ningún equipo puede estancarse en uno sólo. Los partidos presentan dificultades y hay que responder según la lectura que se hace del juego o la urgencia del marcador.

¿Conocía Martín Lasarte a Gustavo Canales? Probablemente, pero sus jugadores le preguntaron a gritos si lo tomaba Martínez o Andía. Al final lo tomó Andía y no tuvo problemas para sacárselo de encima como en la final del 2011.

Tuvimos dos años para conseguirnos uno o dos centrales de jerarquía. Eso no es culpa de Enzo Andía ni de Marko Biskupovic, porque Ignacio Prieto a estos chicos los trabajaba como comandos. Tuvo un Atilio Marchioni, Hugo Monardes, Leonel Contreras, Daniel López y daban el salto de calidad junto a baluartes como René Valenzuela y Sergio Fabián Vázquez. ¿Sabes lo que hacen Valenzuela y Vázquez con Canales? Lo timbran de entrada, le pegan pechazos, lo pisan y lo sacan del partido, después lo esperan fuera del camarín o en el estacionamiento y pasan a dejarlo al hospital. Le ganan el partido, el campeonato y le pegan porque así eran los guapos de antes. Charly Vázquez estaría todo el partido diciéndole “amarillo”, como no es chileno ni argentino.

Por eso un equipo chico que contrata bien, que posee un esquema definido de rotación de balón, con un poquito de énfasis en la salida rápida nos supera, nos gana las espaldas y se lleva tres puntos de nuestra casa. Pudimos ser más agresivos en el primer tiempo, sobretodo considerando que jugábamos en casa. Ellos, a diferencia de nosotros, desechan toda la pasta base de su plantel: Venden a Vecchio porque inventó lo del funeral de su hermano, a Hernández por irregular y a Fernando Cordero porque no posee aplicación ni temperamento. Entre 700 y 800 mil dólares pagó Cruzados SADP por Cordero, por menos se fue Roberto Cereceda, a quién jamás le ofrecieron comprarle una parte del pase, se quedaron cortos con Braian Rodríguez cuando ya existía acuerdo con el jugador, y ni hablemos de cómo desecharon a Eluchans, un jugador que se quedaba por el sueldo, a Lembo que venía por su amistad con Lasarte, a Costa en su momento, etc. ¿Es culpa de los jugadores? No. Hace 20 o 30 años cuando un jugador era malo no lo aceptaban en cadetes, ahora lo dejan en el plantel e insisten en venderlo aunque perdamos campeonatos.

Los dirigentes comentando la “lástima de perder ante un lindo marco” como si supieran cuanto le cuesta una entrada a alguien que sube al estadio en un auto modesto que se va para atrás a medida que avanza, o que va a pie y espera tras el partido en un paradero repleto de hinchas calientes con la derrota. Si tuvieran vergüenza permitirían que los asistentes entraran gratis a semifinales de Copa Chile, pero ni eso se les ocurre.

Los hinchas merecemos más. Alentaremos hasta el final. Les dejo imágenes del partido tomadas desde la galería junto a Los Cruzados.





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