CB
Las nuevas generaciones se fijan en los títulos y las temporadas en las cuales se desempeñó un jugador. Revisan los videos disponibles, leen los artículos de Wikipedia y tratan de hacerse una idea de su nivel. De cierta manera, algunos hicimos lo mismo con jugadores de la talla de Sergio Livingstone, José Manuel Moreno, Andrés Prieto, Raimundo Infante y Fernando Riera, entre otros. La forma de las pesquisas fue distinta: Pasamos mañanas o tardes interminables leyendo diarios y revistas en la Biblioteca Nacional, revisando microfilms, buscando la palabra autorizada de especialistas. Aquello ocurrió décadas antes del uso masivo de internet.
De Mario Lepe han escuchado que es el "Gran capitán" ¿Pero desde cuándo un apodo es cien por ciento confiable? Marco Olea se sacaba una corbata del pantalón para celebrar y le apodaban "El caballero del gol". Está claro que usar corbata no hace a una persona más o menos educada, menos si está toda transpirada y con "baranda", como reflexionaba Eduardo Bonvallet.
En este caso es distinto, el apodo le hace justicia. Fue el digno heredero de una gran estirpe de líderes. La jineta pasó de Patricio Toledo, Mejor arquero de América en 1991, a sus manos. Y ese jugador en plenitud, que subió al primer equipo en la era del capitán Miguel Ángel Neira, no defraudó. Es más, portó el distintivo en las campañas internacionales más relevantes hasta ahora.
Lepe se transformó en un gran capitán por su resiliencia, cuando aún no era el elegido, al levantarse una y otra vez tras sufrir graves lesiones, y principalmente por su aporte al grupo. Detestaba las peleas entre compañeros, corría a evitarlas y gritaba el ceatoleí desde el fondo del corazón. En la cancha mojaba la camiseta, como un jugador de casa totalmente identificado, y era parte de ese gran contingente de jugadores nacionales de los 80' y 90' con "nivel de selección". Una vez pintó su casa con los colores azul y blanco.
Como jugador tenía "manija". En el 2-0 parcial a favor de América de Cali en Colombia por Copa Libertadores 1993, Lepe gritó "por lo menos agarremos a patadas a estos güeones", una frase que no es ninguna invitación a la violencia. En el futbol se habla en la cancha, hay arengas, retos y palabras de apoyo a los compañeros. Nunca dejó de pedir el balón. Se llenó de enganches y abrió el juego, como si barajara sueños entre las manos. Con un golazo espectacular de Juan Carlos Almada, Católica volvió al partido y el resto es historia.
¿Cuáles eran sus características? Sabía generar desde la labor de contención y, rememorando sus inicios como creador, aunque su labor principal era el quite, pasaba el balón limpiamente. Leía bien el juego. Subía para aprovechar los espacios que generaban volantes ofensivos del nivel de Gerardo Reinoso, Fabián Estay, Luis Pérez y, más tarde, Néstor Gorosito.
Era valiente para trabar, también iba al límite si el partido lo exigía, instauró un estilo tranquilo para ejecutar penales, muy de la escuela de Néstor Isella, y convirtió 35 goles en sus 635 partidos en Universidad Católica, la camiseta que defendió toda la vida.
Sí, fue multicampeón, como se repite cada vez que se menciona su nombre. Ganó ocho títulos, incluyendo la Copa Interamericana de 1994, trofeo que lo convierte hasta ahora en el único capitán de La Franja que ha levantado una corona a nivel internacional.
Hay una tribuna que lleva su nombre, honor que recibieron otras leyendas cruzadas como el mencionado Sergio Livingstone, Alberto Fouillioux, astro que lo llevó al club, e Ignacio Prieto. Como entrenador obtuvo la Copa Chile 2011 en una definición del terror ante Magallanes, dirigido en aquel tiempo por Osvaldo Hurtado, su compañero en los Torneos Oficiales de 1984 y 1987.
Puso sus capacidades al servicio del equipo. Fue el mediocampista que hizo duplas ganadoras con Patricio Mardones y llegó a alturas continentales con Nelson "Piri" Parraguez, con el cual, medio en broma medio en serio, considera que formó una de las mejores sociedades en la historia de La Franja.
Lepe es un jugador multicampeón, un ídolo y gran capitán, un hombre con el cual se podría diferir o coincidir políticamente, pero que se ganó el respeto de toda la hinchada por su calidad futbolística, entrega dentro de la cancha y auténtica identificación. No le interesa hablar de la contra, él mismo lo ha dicho. Respira y vive su pasión por Católica.
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