Primero que todo, vale aclarar que lo último que haría este espacio sería lanzar un salvavidas a la dirigencia en momentos donde son duramente cuestionados por el valor de las entradas. Las entradas deben estar acorde al espectáculo ofrecido, a la realidad del país y a las posibilidades económicas de la mayor parte de la hinchada. Universidad Católica es un club transversal. Era más barato ver a la Católica finalista de Libertadores o campeón de la Interamericana que a la actual.
Dicho eso, hoy nuestra inquietud era ratificar todo lo que se ha hablado acerca de la remodelación de San Carlos, desde las proporciones hasta posibilidades que la infraestructura ofrece. Obviamente, cámara en mano, sólo fue posible registrar algunas panorámicas del entorno. En lo tangible, en la experiencia, es evidente que se trata de una obra de valor agregado nunca visto, no sólo en el club sino en el país.
El proyecto del estadio significará a futuro un cambio en el modelo de negocios, que hasta ahora sólo se sustenta en la transferencia de jugadores, ingresos publicitarios, mercadeo, derechos de televisión e ingresos por venta de entradas, además de algunas franquicias o negocios derivados, como las escuelas de fútbol. Por lo tanto, sería positivo proporcionar un par de apuntes:
La capacidad del estadio
Se ha especulado muchísimo al respecto ¿Por qué no fue un estadio más grande? ¿Se llenaría un estadio para 30 o 40 mil personas? Primero, cabe señalar que así pensamos los hinchas. Imaginamos estadios donde asiste la familia y las entradas son accesibles. El pensamiento financiero, vaya que sabemos de eso, es totalmente implacable y minimiza los riesgos. Este año Cruzados renunció a reforzarse a sabiendas que serían duramente criticados. Lo hicieron igual.
Pero no vamos a evadir esa inquietud ¿Se podría llenar? En la historia de Universidad Católica esa pregunta fue contestada varias veces. Cada vez que hubo un gran espectáculo, el público repletó los estadios. Ocurrió con Moreno, en los tiempos de Fouillioux e Isella, con Acosta y Gorosito, en la época de Conca, peleando el tetracampeonato... Ahora volvamos al presente.
Nunca fue una opción construir un estadio cuya mantención no pudiera solventarse fácilmente. Por ejemplo, si miras el estado del Monumental es evidente que requiere una intervención mayor. Al Estadio Nacional le ha dado vida la construcción del Parque deportivo. Ambos recintos en parte sobreviven a base de conciertos. Entonces ¿Se podía financiar un estadio de esas proporciones? Sólo si prescindes del centro de eventos o negocios que contempla el proyecto. Y esa inversión no tendría retorno ¿Se entiende? Gastar 50 millones de dólares directamente del bolsillo de la SA, sabiendo que ninguna empresa iba a apoyar la construcción de un estadio que se ocuparía cada 15 días, habría terminado con Cruzados.
Y aquí viene la parte que no querrás leer: ¿Cuánta gente necesita un club? "Toda la posible", respondería un hincha. Si llevas 40.000 personas pagando 2x1 en las finanzas entraron 20.000. Y contrataste personal, gastaste más agua, la electricidad debería ser un costo fijo con 20 o 40 mil, pero, sumando y restando, esas 40 mil personas te hicieron gastar más y pagaron 20.000. Así piensan las empresas. Busquemos otro escenario, que paguen 40.000 personas dos veces al mes. Sigues teniendo el estadio inactivo al menos un par de semanas. Bueno, San Carlos de Apoquindo tendrá 20.000 personas y además los ingresos que generará como centro de eventos o de negocios, sin miedo a exagerar, reportará ingresos fijos, que por lo bajo compensarán esa diferencia de público y más. Al existir movimiento todos los días del año, te acercas a la empresa privada, les convences de participar y así ellos ofrecen financiar una parte de la obra. Ya no dependerá de una buena campaña o una discreta, San Carlos seguirá generando dinero.
Por último, cuando se les presentó el proyecto a los vecinos, quedaron encantados con las posibilidades que ofrece el nuevo San Carlos. Sí, se entiende que son familias pudientes, pero ten por seguro que habrán visualizado las mayores opciones laborales que ofrece vivir cerca de un lugar que moverá empresas. Y eso sin considerar la plusvalía de las propiedades. De pasar a valer menos (para algunos de ellos) por vivir cerca de un estadio, pese a que todos sabemos que el estadio fue construido antes, a valer mucho más por estar a pasos de un lugar espectacular, sustentable, con una infraestructura que les cuidará además de la contaminación lumínica. Cuando Gonzalo de la Carrera quiso objetar la remodelación de San Carlos, los vecinos lo llamaron a terreno, y tuvo que grabar un video retractándose. Los beneficios incluirían el uso de espacios dentro del recinto, pero no nos consta que hasta ahora aquello haya sido confirmado.
El lugar de la familia y de la hinchada más esforzada
Si Cruzados visualiza al hincha como cliente se debe a que efectivamente hay hinchas que han sido formados en ese aspecto. Es un ejemplo que una vez planteamos al profesor Luis Mesina: Hay personas que no usan la tarjeta de débito o crédito. Se sienten más cómodos retirando dinero en un cajero y pagando en efectivo, evitando de paso el peligro de la clonación de tarjetas. Él nos contestó que se trataba de personas bancarizadas ¿Y Cruzados no ha formado hinchas a la medida de lo que necesita? Si vende tierra, le compran tierra. Si vende tablones, le compran tablones. Si vende losas, le compran losas. No está ni bien ni mal, la idea no es hacer juicios de valor, se constata un hecho. Esos hinchas piensan que sus aportes contribuyen a la construcción del estadio o a disponer de mayores recursos para reforzar el equipo. Sería lo ideal. Nunca se puede descartar nada. Por cierto, el que tiene dinero lo gasta como quiere.
¿Y si esos negocios están cubriendo la salida o falta de dinero por malas decisiones deportivas o financieras? Se asemejaría a cuando alguien compraba y le pedían el vuelto en el supermercado. Aquello contribuía a la reducción de impuestos de las empresas beneficiadas. Considerando aquello ¿Qué acceso tendrá la familia cruzada o el hincha esforzado a las dependencias más lujosas de San Carlos? Un tour para hinchas o un concurso para socios y abonados. Así los clientes se mantienen contentos. Si puedes pagar, les caerás bien. Si eres dócil, serás más elegible que otros. Una señal de aquello es que las visitas guiadas a San Carlos las hace Juan Pablo Pareja, cuya figura se ha visto aún más fortalecida dentro de la concesionaria ¿Alguien habrá pensado lo grato que sería ser recibido por un histórico del fútbol cruzado? Esa clase de pensamientos van desapareciendo de las mentes de los hinchas cuando se visualizan a sí mismos como clientes.
Será hermoso el estadio, es una obra espectacular y proporcionará una nueva fuente de ingresos, pero nunca olvidemos que el San Carlos original y el nuevo se construyeron gracias al aporte, compromiso y amor incondicional de sus hinchas por los colores. En la vida puedes farrearte el dinero y numerosas oportunidades, pero nunca a las personas que lo han dado todo por ti. Así deberían pensar quienes guían los destinos de Cruzados.
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