lunes, 12 de febrero de 2024

📇 Si este es el plan de Cruzados sería una locura


CB

1. ¿Priorizan el estadio o sólo les falta ambición? 

En 2017, Cruzados se puso como objetivo la remodelación de San Carlos de Apoquindo. Las contrataciones para la temporada 2018 dan cuenta que no se hicieron grandes esfuerzos para conseguir el título. Ya es sabido que Beñat San José debió lidiar durante toda la temporada con las carencias que había en el plantel, llegando a utilizar jugadores en puestos donde no se desempeñaban desde hacía varias temporadas, o en los cuales nunca habían jugado, como es el caso de Germán Voboril de central y Andrés Vilches como puntero izquierdo. Los grandes aciertos en la conformación del equipo también fueron méritos del entrenador, como la llegada de Matías Dituro desde Bolívar, la recuperación futbolística de Germán Lanaro y el debut de Ignacio Saavedra. 


¿Qué ocurrió entre 2022 y 2024? ¿Hubo de igual modo una política austera a la hora de contratar o sólo se tomaron decisiones muy discutibles? ¿Se ahorró dinero para el estadio o se dilapidó torpemente los escasos recursos destinados para reforzar el plantel? Las contrataciones de Lucas Melano, Nehuén Paz, Sebastián Galani, Yamil Asad eran en el mejor de los casos unas apuestas. No eran jugadores que al incorporarlos se demostrara un ansia efectiva por pelear todos los títulos. Lo mismo ocurrió con Franco Di Santo, un jugador que tuvo un comienzo explosivo en Audax Italiano, amplio recorrido por equipos extranjeros y contaba con un presente en declive. 

2. El futuro auspicioso

Aunque es evidente que desde 2022 ha faltado ser más competitivos en cuanto a lo deportivo, también es cierto que el estadio multipropósito generará recursos que, si son bien utilizados, permitirán un crecimiento en ese mismo ámbito. Sólo con la venta de los palcos, suites y box corporativos por dos años se generará un ingreso importante. Si se suma el arriendo de instalaciones para conciertos y otros eventos durante 2025, la realidad de 2026 es auspiciosa, siendo aquella la temporada donde debería demostrarse un verdadero punto de inflexión. 

3. ¿Entonces cuál es el plan? 

¿Entonces el plan era mantener esa política austera de 2022 a 2026? Cuatro años en la vida deportiva de una institución tan grande como Universidad Católica es demasiado tiempo. Hay un prestigio deportivo que siempre debe mantenerse en alto. Existe una fidelización de las nuevas generaciones que nunca se debe descuidar. 

Esa estrategia de abrocharse el cinturón para luego salir a invertir en unos años más explicaría la paciencia que han tenido con Nicolás Núñez ¿Les importa tener jugadores que sobrepasan fácilmente los 34 o 35 años? No, porque la mayoría de sus contratos no contemplan un horizonte más allá de la temporada 2025, que vendría siendo una especie de transición entre el equipo que ha lidiado con jugadores de rendimiento limitado y ese equipo potente que deberían armar en un par de temporadas. 


¿Y si Católica es campeón no sería un desmentido para esta teoría? Recordemos que días antes del gol de José Pedro Fuenzalida en 2016 toda la dirigencia brillaba por su ausencia, luego aparecieron en los festejos. Lo mismo ocurrió en 2018 cuando el equipo sufría para imponerse con marcadores mínimos y la gran esperanza en delantera era César Munder. También entonces la dirigencia se metió a la cancha en los festejos. Es decir, siempre aparecerán para levantar las copas, mientras tanto darán la cara los jugadores, el entrenador de turno y la hinchada. Esperarán tranquilos su momento de brillar, porque saben que la reinauguración del estadio será un hito trascendental para el fútbol chileno, y que luego habrá suficiente dinero para acallar las críticas con la llegada de jugadores de jerarquía. 

Claro está, se pasarían si después de tres o cuatro años pelando el ajo siguieran siendo amarretes. Las productoras pagarán con gusto por el arriendo de un estadio multipropósito de primer nivel. 


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