jueves, 15 de octubre de 2020

📇 Vive como quieras


Cristian Berríos


Nos dicen que la vida es demasiado corta ¿Y habrá un mentira más grande que esa? La vida puede ser eterna cuando se sufre un dolor implacable, en el cuerpo o en el alma. Y puede ser sumamente breve si se ha desperdiciado gran parte de ella. 

Aún teniendo acceso a internet, se podría pasar sin pena ni gloria por el mundo desconociendo el valor de la poesía, un dibujo, una caricia, acordes inspirados o una reflexión brillante. Eso equivaldría a deambular en un laberinto en penumbras para un espíritu inquieto. La ilustración sería la luz que pondría fin a una continua repetición. 

Y para quienes ven mansamente el pasar de su existencia, dar la espalda a la naturaleza, el arte o la ciencia sería distanciarse de algo absurdo y prescindible. No puedes perder aquello que desconoces o nunca tuviste. Y por cierto, no es lo mismo ser que existir.

Una persona puede existir durante cien años y jamás desarrollarse como ser. Por algo Descartes dijo Cogito Ergo Sum, es decir "Pienso, porque soy", y no "Pienso, luego existo", como se traduce erróneamente. Y aún siendo, es decir, luego de convertirnos en ser o persona, sería razonable plantearnos si somos lo que queremos o lo que otros desean.

Se puede vivir a través de los demás y relegar un sueño, propósito o una simple e íntima realización. El miedo, odio o incertidumbre pueden ser un excusa para refugiarse en un oficio o profesión determinada, o, al contrario, para renunciar a todo tipo de superación personal o académica. 

Hay infinitas formas para desperdiciar la vida, y hay vidas que son significativas, aunque sean cortas o muy humildes a juicio de los demás. 

Si logramos ser y no sólo existir, ¿Somos el producto de nuestro origen o de aquello que nos rodea? Sí, al menos en un inicio. Está comprobado que la influencia del entorno tiene consecuencias en temas como la alimentación y educación de una persona. Además, se utiliza esa influencia externa como una guía para ser aceptado. La formación de hábitos ayuda a relacionarse con el entorno con eficacia y seguridad (Durante y Fábregas, 2013). 

Aún así, si fuéramos el producto social de una construcción colectiva, nadie podría determinar en forma lapidaria el destino de una persona. Miguel de Cervantes probablemente pensó en eso cuando afirmó "No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser". Nietzsche fue más lejos y propuso rebelarse a las influencias externas: "El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo".

Entonces, ¿Qué quieres ser? O mejor dicho ¿Quién quieres ser? 

¿Pedirás permiso para opinar distinto? ¿Trabajarás en lo que te haga feliz? ¿Te excusarás por amar a un animal como a tu hijo? ¿Lograrás convertirte en el primer titulado de tu familia? ¿Tendrás que ocultarte para vivir en pareja? ¿Dejarás que te pongan límites por la cantidad de dinero que posees? Tus miedos no son infundados, la violencia en la sociedad existe desde el momento en que la humanidad se agrupó en tribus. En algunos lugares, aun prevalece la aversión a  lo que es distinto, pero proviene de aquellos que existen y no son. 

¿Y qué podríamos ser?

Puedes ser una persona maravillosa, que ama a otros, sin importar su especie, un ser capaz de contemplarse al final de sus días, con la satisfacción de haber aportado al mundo, a la construcción de una mejor sociedad. ¿Te acuerdas de aquel o aquella que nos hacía reír? Tocaba un instrumento o contaba buenas historias, y alegró tantos corazones, en tanto la noche cayó sin darnos cuenta, y la mañana la sucedió como una sigilosa y alegre impostora. Ese o esa podrías ser tú.

Sin un sentido o momentos que la hagan particularmente valiosa, la vida es una caravana interminable de funerales y momentos vacíos. ¿Por qué no convertirla entonces en una gran oportunidad? La felicidad siempre me ha sonado a algo temporal, pero no dudo que sea parte de algo más trascendente como la plenitud.

Por suerte, todos los cupos en la repartición de fobias y casos de descerebrados están llenos. No hay lugar para ti. Abundan los agentes del odio y la frustración, que destilan sus miserias en las redes sociales, tan amargos e incómodos como un forúnculo, referencia directa a racistas, xenófobos, homofóbicos y tristes espantapájaros estrechos de mente, que existen, tal como lo haría un poste del tendido eléctrico, un abrelatas oxidado o una lavadora descompuesta, y no son, porque no piensan ni sienten como seres evolucionados.

Tú puedes ser, y puedes ser lo que sueñas o lo que realmente te haga feliz.

Vive como quieras.




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